Las pesadillas se pueden presentar en cualquier época de la vida. En la infancia, sin embargo, parecen ser mucho más frecuentes que en la juventud y en la adultez. Las pesadillas nocturnas, casi siempre, ocurren en las últimas horas de sueño del niño. Por esta razón puede que su hijo/a se despierte bien entrada la noche para comentarle que ha tenido una pesadilla.
Muchas veces las pesadillas que sufren los niños pequeños pueden aparecer entremezclados con distintos tipos de terrores nocturnos. El origen de estos problemas en la infancia suele estar asociado a la presencia ocasional de angustia o estrés en la vida diurna del pequeño. Las experiencias angustiantes del día pueden ser trocadas en sueños al caer la noche. A medida que pasen los años, sin embargo, se irán reduciendo hasta desaparecer casi por completo. Cuando un niño tiene pesadillas es importante establecer un diálogo tranquilo y pausado. Dependiendo de la forma en la que les hablemos cuando se despierten así será el modo en el que se comportarán en las sucesivas ocasiones. En ningún caso se recomienda gritar o darle de sacudidas al niño (todo lo contrario). A pesar de que el niño insista en dormir en la cama de sus padres, después de una pesadilla lo más indicado es que vuelva a su cuarto para dormir en su propia cama.
Solo habría que mencionar las pesadillas a un médico en los casos en los que pudiera llegar a auto-infligirse alguna herida en sueños o cuando hay sonambulismo. En ciertos casos puede ser necesario efectuar un estudio detallado de la actividad cerebral del niño mientras está durmiendo (aunque estos casos son los menos frecuentes). Por seguridad, también es recomendable ubicar el cuarto del niño en un sitio alejado de escaleras.
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