Vigilancia inmunológica y recirculación de linfocitos
Las distintas partes del sistema inmunológico están estrechamente relacionadas por su función, a través de un tránsito organizado de linfocitos (células específicas del sistema inmune formadas en la médula ósea que se encargan de la inmunidad adquirida), que utiliza la sangre y la linfa como las vías de circulación.
Apenas finalizado el proceso de maduración, los linfocitos B y T recién formados abandonan la médula ósea y el timo, respectivamente, y pasan al torrente sanguíneo. Poseen ahora inmunocompetencia, con capacidad para reaccionar específicamente con un antígeno determinado, con la condición de que el linfocito lo encuentra (cuando está en el organismo).
Esto se logra mediante la vigilancia inmunológica del organismo por parte de los linfocitos en la recirculación, es decir, abandonan el torrente sanguíneo en los tejidos y órganos linfoides secundarios y después de permanecer cierto tiempo allí se desplazan con la linfa y vuelven al torrente sanguíneo por el conducto torácico y el conducto linfático derecho.
Después de permanecer un corto período, de unos 30 minutos, en el torrente sanguíneo, los linfocitos vuelven a abandonarlo para migrar a los tejidos y órganos linfoides secundarios. Cada linfocito recorre un ciclo recirculatorio completo en la sangre y los órganos linfoides una o dos veces por día, dado que permanece un número variable de horas en el tejido u órgano linfoide secundario, de acuerdo con el tipo de este último.
Se denomina "homing" al fenómeno de recirculación de linfocitos de acuerdo con un patrón especial, que varía para los distintos tipos de linfocitos.
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