El cáncer siempre fue el rival más poderoso para Steve Jobs, que ni con toda su genialidad y creatividad pudo derrotar.
El co-fundador de Apple y creador de sus dos criaturas más influyentes en la actualidad: iPhone y el iPad, ha agotado su último suspiro tras una disputa con la muerte que terminó por llevarse a uno de los hombres más inteligentes del planeta. El cáncer una vez más nos demuestra que ni los genios se salvan de su lamentable deceso.
El mundo perdió a Steve Jobs después de haber convivido por más de 7 años con un cáncer de páncreas y un trasplante de hígado en un periodo de dos años. Era evidente que el estado del talentoso hombre de Apple no auguraba un buen futuro, pero también es cierto que su desaparición todavía no estaba en la cabeza de nadie, probablemente ni del propio Jobs.
Aunque todavía se desconozcan muchos detalles sobre la muerte del ex director de Apple los expertos médicos no han tardado en plantear la hipótesis de que Jobs sufrió de una extensión del cáncer original y una posible disfunción en el hígado que le trasplantaron.
Precisamente este planteamiento es respaldado por el especialista en cáncer gastrointestinal del Centro Integral del Cáncer Lombardi de la Universidad Georgetown, Michael Pishvaian, quien ha señalado que a pesar que el trasplante de hígado para Jobs se realizó exitosamente, todavía existía la posibilidad de que el cáncer regresase en el lapso de uno o dos años.
Actualmente el cáncer de páncreas es una de las enfermedades más frecuentes y con mayor índice de fallecimiento. Asimismo, no es la primera vez que un personaje de fama mundial muere bajo las mismas circunstancias, sino recordemos al desaparecido tenor italiano Luciano Pavarotti que en septiembre del 2007 falleció en su casa de Módena (Italia).
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