La esquizofrenia es un complejo trastorno mental que puede presentar distintos rasgos en cada paciente, pero, en general, quienes padecen esta enfermedad tienen dificultad para diferenciar entre experiencias reales e irreales, pensar lógicamente, tener respuestas emocionalmente normales y comportarse normalmente en situaciones sociales.
Los expertos en la salud mental no están seguros de qué es lo que causa la esquizofrenia. Hasta hace algunos años se creía que solamente se trataba de un trastorno psicológico, sin implicaciones neurológicas o físicas, pero algunos estudios que se han realizado a lo largo de los años han demostrado que se manifiestan cambios anatómicos en la corteza cerebral de aquellas personas que son diagnosticadas. Aparentemente, la genética juega un rol importante en el desarrollo de la enfermedad.
Los síntomas de la esquizofrenia usualmente se desarrollan en un transcurso de tiempo que puede ir desde algunos meses hasta años. De hecho, puede haber etapas donde algunos síntomas que se presentaban se ausenten y luego vuelvan a aparecer.
Al principio, el paciente puede experimentar sensación de ansiedad e irritabilidad, dificultad para concentrarse y trastornos en los hábitos del sueño. A medida que la enfermedad evoluciona, la falta de lógica en el pensamiento y las ideas empieza a vislumbrarse. Se suelen presentar episodios de apatía, delirios, alucinaciones, falta de asociación entre un pensamiento y otro, y puede existir cierta tendencia al aislamiento social.
En general, una terapia con medicamentos que equilibran los químicos cerebrales es el tratamiento más efectivo que puede brindársele a este trastorno. Pero uno de los problemas más comunes, es la falta de continuidad para tomarlos por parte del paciente.
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