martes, 25 de octubre de 2011

Infarto de miocardio

Infarto de miocardio

Inmediatamente después de una oclusión de la arteria coronaria el flujo sanguíneo cesa en los vasos coronarios distales a la oclusión, excepto por las pequeñas cantidades de flujo colateral de los vasos circundantes. Se dice que la zona del músculo que tiene un flujo cero o tan poco flujo que no puede mantener la función muscular cardíaca, está infartada. El proceso global se denomina infarto de miocardio.

Poco después del infarto comienzan a filtrarse pequeñas cantidades de sangre colateral en la zona infartada, lo cual, combinado con la dilatación progresiva de los vasos sanguíneos locales, hace que la zona se llene en exceso de sangre estancada. Simultáneamente, las fibras musculares usan los últimos vestigios del oxígeno en sangre, provocando que la hemoglobina se desoxigene totalmente. 

Así, la zona infartada adquiere una coloración azulada o marrón y los vasos sanguíneos de la zona parecen estar ingurgitados, a pesar de la ausencia de flujo sanguíneo. En etapas posteriores las paredes de los vasos son más permeables y pierden líquido; el tejido muscular local se vuelve edematoso y los miocitos cardíacos comienzan a hincharse porque disminuye el metabolismo celular. A las pocas horas de la falta de sangre los miocitos mueren.

El músculo cardíaco requiere 1,3 mililitros de oxígeno por 100 gramos de tejido muscular por minuto para mantenerse vivo, lo que contrasta con los 8 mililitros de oxígeno por 100 gramos que llegan al ventrículo izquierdo normal en reposo cada minuto.

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