Entre los problemas dentales el bruxismo es una condición que se desarrolla cuando una persona está habituada a apretar los dientes (los superiores e inferiores) haciéndolos rechinar. Muchas personas aprietan sus dientes de forma inconsciente a lo largo del día, y otras lo hacen solamente mientras duermen. De los dos tipos de bruxismo existente —diurno y nocturno— el nocturno es el de más difícil tratamiento (dado que no se puede controlar directamente).
Algunas de las causas más comunes que pueden generarle bruxismo a una persona son el incremento de estrés y niveles de ansiedad cada vez más elevados. Para efectuar un diagnóstico adecuado del bruxismo es importante tener en cuenta los niveles de estrés que una persona experimenta a lo largo del día, considerar el tiempo que aprieta sus dientes, observar la alineación y postura de los mismos y verificar su dieta y sus condiciones de sueño.
Muchas veces una persona no sabe que tiene bruxismo (especialmente cuando se trata del bruxismo que se presenta en las noches). Es importante, en estos y en cualquier otro caso de bruxismo prestar atención a los síntomas más comunes que se pueden llegar a presentar. Uno de los síntomas más comunes que aparece en las personas que sufren de bruxismo es el dolor de oído (debido a la cercanía de la articulación temporomandibular con el canal auditivo externo). Si se sienten dolores de cabeza o una particular sensibilidad a alimentos fríos, calientes o muy dulces, insomnio, dolor o inflamación en la mandíbula también podemos sospechar de un caso de bruxismo.
La forma de tratamiento típica para los casos de bruxismo y para los problemas de mandíbula similares comienza con la reducción de niveles de estrés cotidiano, la recomendación de ejercicios faciales y mandibulares, los masajes de cuello, mandíbula y rostro y la administración de hielo o calor húmedo en forma localizada (directamente sobre los puntos que se sientan más inflamados en la mandíbula).
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